El miedo de Morgan se había convertido en terror kilómetros atrás. Ahora mientras su cuerpo se balanceaba dolorosamente atado del techo, era simplemente pánico.
No sabía exactamente como había llegado ahí, el viaje lo había realizado amordazada y semiinconsciente en el maletero de un Hummer, en medio de un asfixiante silencio.
Por momentos casi esperaba despertar.
Abriría los ojos y estaría en su cama, a salvo y calientita.
Pero el opresivo dolor en brazos y hombros le decía que no se trataba de un sueño. Colgada de alguna clase de cadena, las ataduras se le clavaban en la tierna piel de las muñecas cortándole la circulación y casi arranándole los ligamentos dejándole las manos entumidas y heladas, las puntas de los dedos de sus pies, arañaban la superficie de madera sin pulir que cubría lo que pensaba era el piso de un sótano.
La luz de una solitaria bombilla proyectaba su mortecina luz sobre un escenario de horror.
Una camilla de hospital con correas de sujeción se encontraba a pocos metros de ella como un siniestro aviso. Junto a este un par de mesillas quirúrgicas con una serie de instrumentos de aspecto malvado descansaban en medio de manchas rojizas de lo que parecía ser sangre.
Patrones de gotas oscuras se extendían en las paredes, el suelo y aun el techo.
Una serie de aparadores rústicos contenían mas instrumentos y herramientas dándole a una de las paredes la apariencia de ferretería del infierno.
El sonido amortiguado de voces y pasos provenientes del piso de arriba solo acentuaban la sensación de peligro inminente.
Dos voces, una de ellas tan fría como una ventisca en invierno subían y bajaban como si los dos hombres no estuvieran de acuerdo.
Morgan trató de sostenerse, poner fuerza en sus piernas para tener un momento de alivio para las articulaciones de sus brazos. Sin embargo los milímetros que le faltaban para poder hacerlo solo le añadían un toque de desesperación a su agonía.
Estaba muerta.
Era cuestión de tiempo.
Lo sabía desde el momento en que su cuerpo había golpeado el duro metal del Hummer, solo esperaba el momento final y rogaba.
Por que se dieran prisa.
Por que alguien la salvara.
* * * *
Qhuinn llego al local en tiempo record, cuando entro recorrió frenéticamente las mesas, buscando a Morgan.
A cada paso mientras revisaba con la mirada su miedo aumentaba, para cuando terminó el recorrido tenía el j*d¨d¨ susto de su vida, o eso era lo que creía.
Todo el camino hacia el local tuvo la estúpida esperanza de que fuera una broma. Esa clase de bromas que ella solía hacerle en venganza por el plantón, pero a estas alturas simplemente, sabía que no era así.
Renuente se acercó al camarero.
−Oye no has visto a una chica de unos veintitantos, pelirroja y de piel muy clara? –Pregunto esperanzado en una respuesta negativa.
− Como para no verla, estaba buenísima- respondió el chico sin asomo de pena
−¿sigue aquí? su voz sonó esperanzada incluso a él - ¿A lo mejor fue al baño?
Ea camarero negó con la cabeza antes de respnder −No, se paso una hora tomándose un mojito y luego se fue con un par de albinos, extraños si me preguntas, pero lo mas raro es que la chica se dejo el bolso.
−¿El bolso?
−Si, pensaba llevárselo mas tarde, por una chica así me desviaría del caminó- la voz del camarero estaba cargada de admiración
−No te apures, se lo daré.
El chico le hecho una larga mirada como si lo calibrara, tras un momento de vacilación, como si hiciera cálculos mentales asintió − muy bien pero no quiero ningún problema tu respondes por cualquier cosa que se pierda.
−Si, si, no hay problema- dijo Qhuinn al tiempo que buscaba la puerta trasera hacia el callejón. Esto no pintaba nada bien, ese bolso era casi sagrado para Morgan, si lo había dejado no había sido por voluntada propia y el temor que sentía por su seguridad aumentó. Temeroso revisó el interior, seguro de que si el móvil seguía ahí algo muy malo la había ocurrido a ella.
Mientras Qhuinn salía del local, con sincronización perfecta, el Sr R entró de nuevo al bar.
Un pequeño error táctico, lo había llamado el Sr. X. por supuesto un error que él mimo había cometido, con las prisas de sacar a la civil de ahí, y que no había dudado en achacárselo a R.
Se acercó al privado sonde habían estado sentada la pelirroja, estaba vacío. Sin dudarlo se acercó a un joven camarero
−Una amiga ha dejado el bolso- el camarero lo miró con desconfianza - una pelirroja muy guapa, me mandó a recogerlo ¿no lo has visto?
El chico chasqueo la boca y dijo −Una chica muy solicitada, llegas tarde se lo entregue a un tipo que dijo ser amigo de ella.
El Sr. R perdió la paciencia, tomó al chico de la solapa y lo jaló levantándolo del piso hasta que casi lo ahogarlo.
Aterrado el chico señaló la puerta trasera− se acaba de ir por ahí− logró articular.
Empujándolo sobre una mesa, el Sr. R salio del local. Odiaba las complicaciones y esa chica le estaba causando muchas, deseaba desquitarse con alguien, romper algunos huesos. Nada lo animaba más que el sonido crujiente que hacía una articulación al desprenderse.
Casi sonrió al detectar al pretrans, era pequeño e inmaduro y se encontraba buscando entre el bolso, como si esperara encontrar lo mismo que él resultaba ideal para desfogarse
El maldito móvil de la pelirroja. R sonrío por lo bajo, por lo menos desquitaría algo de la furia que sentía contra el Forelesser.
Sonriendo como el gato de Cheshire se adelantó para arrinconar al crío contra la pared. − Mira que sorpresa- balanceó su enorme cuerpo amenazadoramente - pensé que venía solo por un bolso y me encuentro, un petrans a pocos días de su cambiar, toda una oferta. Dos por el precio de uno.
El corazón de Qhuinn dio un saltó, la adrenalina se disparó en su sistema ante la amenaza que representaba el lesser.
El representaba al hombre del saco de los vampiros, el terror para su raza, el mal con olor dulzón.
Pero era demasiado tozudo para retroceder, aun siendo un simple petrans sin ninguna oportunidad, adopto la posiciones de ataque que les habían enseñado los hermanos y plantó cara.
El lesser sonrió ante su desplante, como si le causara gracia− Y por lo que veo, tú y yo nos divertimos un poco- No imagine que atrapar a una humana entrometida me traería un segundo premio.
R se tensó preparándose para atacar, sacudió la cabeza como aflojando los músculos de su cuello, distraídamente se dio cuenta que el chico sabía lo que hacía, su guardia era impecable.
-sabes tu amiguita es muy bonita, pero no creo que lo sea cuando termine con ella.
La mandíbula del crío se endureció en un gesto de odio, pero no perdió la cabeza. R se movió sutilmente girando y el pretras lo siguió adecuando la tensión muscular.
-Aunque quizás me divierta primero, los lesses podemos ser muy ingeniosos par suplir nuestras fallas.
El odio en Qhuinn barboteó, la paciencia se terminó al escuchar la amenaza del no muerto. Sin detenerse a pensar en las consecuencias se lanzó en contra de R. en ese momento solo deseaba estrellar sus puños contra el lesser, si que le importara que le sacaba casi cincuenta centímetros ni el doble de peso.
El Sr, R quedó sorprendido por la impulso del chico, tardó un segundo en reaccionar por que no esperaba es fuerza y velocidad en un prestrans, sin embargo mientras ambos caían el dolor quemante se extendió através de sus costillas. Sin embargo bloqueó el dolor y continúo golpeando poseído por la desesperación de saber que esos malditos tenían a Morgan.
-Donde la tienes- gruñó empujado al lesser sobre el suelo sucio del callejón. El leseer levantó la cadera con un poderoso movimiento y antes de que Qhuinn pudiera zafraza se encontró contra el suelo peleando por su vida.
Reflexionando en su descontentó el hermano Thorment llegó a Pashas, el sitio al que según JM y Blay estaba Qhuinn y es que nunca le había gustado el trabajo de niñera.
Thorment escuchó los sonidos de lucha antes de terminar de aparcar su GTO, el olor dulzón como a detergente saturaba el aire. Lesses comprendió, uno a juzgar por el ruido, pero no era una lucha pareja.
Sus Shitkikers se movieron sin ruido al correr. No sabía que esperar, pero desde luego no a un pretrans luchando como un hermano pese a las limitaciones de su tamaño y fuerza, sin embargo debía intervenir antes de que lo convirtieran en rodajas.
Se encontraba contra el suelo con casi ciento diez kilos de lesser sobre su pecho, el no muerto sostenía una daga y estaba a punto de apuñalarlo pero la entrada de Thor parecío distraerlo antes de dar el golpe mortal
El lesser advirtió el movimiento en el callejón, era hora de dejar de jugar con el crío, introdujo la mano en la chaqueta para encontrar su arma, pero no logró sacarla.
No hubo ruido, unidamente el cuerpo del lesser salio proyectado hacia a tras y la sangre negra salpicó el a Qhuinn desde un agujero en su frente.
Thor se acercó con paso seguro pero precavido para apuñalar al Lesser en el pecho.
Desorientado por la perdida de sangre y el dolor y enceguecido por el resplandor del lesser al desparecer, Qhuinn intentó levantarse par aseguir luchando o cuando menos lo intentó por que en ese momento las piernas le fallaron y se hubiera desplomado si las manos de Thor no lo hubieran detenido.
-tranquilo chico- la voz de Thor pareció filtrarse entre las adormecedoras capas de envolvían el cerebro de Qhuinn.
Con cuidado lo recostó. El chico estaba muy malherido, la puñalada en el pacho le estaba colapsando un pulmón, y casi no lograba respirar, además perdía sangre a borbotones. Tenía que trasladarlo a Harvers ya. Sin perder más tiempo marcó el número de Phury.
-Phury, necesito transporte. No hay tiempo, tengo un pretrans apunto de palmarla.
Escuchó la rápida respuesta del hermano, preguntado por el lugar y respondió.
-En el callejón trasero de Pashas… en la calle Trade y Phury en uno de los amigos de JM.
En cuanto colgó, notó la suave tirón de los dedos del chico en su manga, abría la boca e intentaba hablar. Thor se inclinó para escuchar los susurros sin aire que formaban trabajosamente palabras. Le tomó un par de segundos descubrir lo que el pretrans intentaba desesperadamente decir.
-Morgan
-¿Morgan?- repitió.
El chico asintió y volvió a intentar hablar.
-mi amiga- dijo cuando logro formar las palabras.
-¿Qué pasa con ella?
Los ojos del crío se abrieron con horror, jadeó buscando aire, frenético intentó hablar hasta que su voz salio entre furiosos intentos por respirar -ellos la tienen, su voz se apagó al desmayarse.
Su respuesta conmoción a Thor, dos prestras en medio de una lucha. ¡Cristo! Ese era un buen lío.
Increíblemente el chico abrió los ojos, distraídamente Thor observó que tenía los ojos de diferente color. Las manos del chico se movieron hacia un rincón oscuro, en una mueca desesperada.
Thorment notó entonces el bolso de mujer arrojado ahí – Bien hecho, chico ya lo vi.
En ese momento la luz de los faros iluminó el callejón, lo último que Qhinn pudo ver fue a Thor revisando el contenido del bolso.